En la esquina de las calles 25 de Mayo y San Juan, en el centro de San Miguel de Tucumán, las motos con mochilas rojas de PedidosYa y Rappi muestran el crecimiento de este tipo de trabajo en Tucumán. LA GACETA visitó el lugar, que los repartidores usan como punto de encuentro y estacionamiento, y conversó con Luciano Méndez, un joven tucumano de 25 años que también trabaja como conductor de Uber: “Empecé a manejar porque no podía mantenerme solo con mi sueldo en una oficina. En Uber manejo mi tiempo y, si quiero, trabajo 5 horas un día y nada al siguiente. No tengo jefe ni presiones. Eso me da libertad, aunque sé que no tengo jubilación ni obra social”.

En la Argentina cada vez más jóvenes eligen trabajar para sí mismos, gestionar sus propios horarios, y apostar por caminos alternativos que prometen libertad y creatividad. Plataformas como Uber, Rappi, TikTok o la venta digital, sumadas al auge de influencers y microemprendedores están transformando el mercado laboral.

Un informe titulado “Las y los novísimos trabajadores. ¿Cuántas changas para un salario digno?”, que fue elaborado por los sociólogos Esther Solano, Pablo Romá y Cecilia Feijoo para la Fundación Friedrich Ebert, analizó este fenómeno y reveló datos contundentes: la precarización, el deterioro salarial, y la falta de perspectivas en el empleo formal están impulsando a una generación entera hacia la informalidad y los modelos freelance.

Este cambio de paradigma no sólo refleja una crisis económica estructural, sino también una transformación cultural profunda. Muchos jóvenes asocian la oficina con aburrimiento, burocracia y falta de sentido. En cambio, valoran la autonomía, la flexibilidad y la posibilidad de convertir sus pasiones en proyectos rentables, aunque eso implique renunciar a derechos laborales históricos.

La brecha entre el trabajo tradicional y el digital

El estudio indica que las fronteras entre empleo formal e informal son cada vez más difusas. El pluriempleo, las tareas híbridas y la monetización digital se convirtieron en una nueva normalidad. “Soy empleado administrativo, pero después de mi horario soy chofer de Uber”, es una frase que se repite en los testimonios relevados.

Este fenómeno se intensificó después de la pandemia de la covid-19. El trabajo remoto y la economía de plataformas mostraron que es posible generar ingresos sin depender de una oficina ni cumplir con horarios rígidos. Además, la inseguridad urbana y el deseo de conciliación con la vida personal, sobre todo entre mujeres, llevaron a que el hogar se transforme en una suerte de “cárcel dorada” donde el trabajo se combina con el cuidado familiar.

TRABAJO. Las plataformas de reparto o traslado se multiplican en las calles tucumanas, reflejando el crecimiento del empleo informal entre los jóvenes. / LA GACETA, DIEGO ARÁOZ

La búsqueda de libertad y creatividad

El informe revela que una parte importante de la juventud rechaza la idea de pasar años en una empresa esperando ascensos. Los valores que antes se consideraban esenciales —como estabilidad y carrera profesional— pierden peso frente al deseo de vivir experiencias, viajar, estudiar por cuenta propia y generar ingresos en el corto plazo.

Camila Ríos, de 22 años, estudia Comunicación en la Unsta, y trabaja como influencer para marcas de ropa y cosmética: “gano más haciendo tres campañas por mes que en cualquier otro laburo de 6 horas. Puedo elegir con quién trabajar y crear contenido que me divierta. No me veo en una oficina cumpliendo horarios; siento que eso me apagaría”.

TRABAJO DIGITAL. Camila combina sus estudios con la creación de contenido para marcas de ropa y maquillaje, un camino elegido por muchos jóvenes que buscan independencia económica. / GENTILEZA DE CAMILA RÍOS

Las redes sociales alimentan esta nueva visión del trabajo. Historias de éxito viralizadas —como influencers que empiezan con pocos recursos y logran contratos importantes— crean una sensación de que el talento y la constancia pueden romper cualquier techo. Sin embargo, detrás de esa narrativa muchas veces se esconden meses de esfuerzo no remunerado, inseguridad económica y falta de cobertura ante emergencias.

Plataformas y extractivismo digital

Internet es visto como una mina de oro en la que todo es posible si se invierte tiempo, creatividad y algo de suerte. La venta online, los cursos virtuales, el marketing digital y las criptomonedas son parte de este “extractivismo digital” que, según los autores del estudio, funciona como una estrategia de supervivencia para muchos jóvenes.

“Trabajo con Uber desde hace dos años y ahora quiero abrir un canal de streaming sobre música ara generar ingresos extra. No me imagino quedándome quieto en un empleo fijo que paga mal”, comenta Javier Aráoz, de 27 años, mientras explica que combina la conducción con pequeñas inversiones en criptomonedas.

El problema es que esta “libertad” viene acompañada de autoexplotación. Los jóvenes terminan trabajando más horas de las que harían en un empleo tradicional, pero con ingresos variables y sin derechos garantizados. El relato meritocrático, alimentado por discursos políticos ultraliberales, refuerza la idea de que “cada uno es dueño de su destino” y que el éxito depende únicamente del esfuerzo personal.

El empleo formal en crisis

La percepción negativa del trabajo corporativo no surge sólo del deseo de autonomía, sino también de la caída del poder adquisitivo y el estancamiento de los salarios en la Argentina. Según el estudio, los jóvenes sienten que el empleo formal ya no es una garantía de progreso.

Para muchos, el trabajo estable es sinónimo de limitaciones y falta de crecimiento personal. La idea de “vivir para trabajar” es reemplazada por la búsqueda de un equilibrio entre el tiempo libre, la creatividad y el dinero. En este contexto, los sindicatos y el Estado pierden legitimidad como garantes de bienestar, mientras que los modelos independientes ganan terreno.

El desafío de los derechos laborales

Los expertos advierten que, aunque estas nuevas formas de empleo ofrecen independencia, también reducen los derechos conquistados durante décadas. No hay vacaciones pagas, aguinaldos ni aportes jubilatorios.

El desafío es encontrar una forma de representación que incluya a estos trabajadores dispersos, que no se sienten parte de una empresa ni de un sindicato. “La plataformización laboral está rompiendo las categorías tradicionales”, señala el informe.

Un futuro de múltiples identidades

El pluriempleo es una tendencia creciente: un mismo joven puede manejar un Uber por la mañana, vender productos online por la tarde y crear contenido para redes sociales por la noche. Esta multiplicidad genera nuevas identidades laborales, en las que la palabra “carrera” deja de ser un objetivo a largo plazo para dar lugar a proyectos personales más flexibles.

Camila lo resume con claridad: “sé que lo que hago hoy no será para siempre, pero me permite pagar mis estudios y viajar. No quiero quedarme esperando que una empresa me reconozca. Prefiero probar, equivocarme y seguir”.

El estudio de la Fundación Friedrich Ebert concluye que el mercado laboral argentino atraviesa un proceso de redefinición profundo, en el que los jóvenes no sólo buscan sobrevivir a la precarización, sino también crear formas de trabajo que se adapten a sus valores.

El reto para los próximos años será diseñar políticas que reconozcan esta diversidad, sin perder de vista los derechos laborales básicos. Mientras tanto, una nueva generación sigue apostando a la independencia, aunque eso implique vivir en un constante equilibrio entre la libertad y la inestabilidad.